
MEDICINA BIOLÓGICA
EL CUERPO NO FALLA
Muchos de nosotros, incluidos los médicos, estamos acostumbrados a entender el cuerpo como una máquina; donde los órganos cumplen unas determinadas funciones y todos los órganos forman un organismo (con sus sistemas correspondientes, sistema nervioso, sistema linfático, etc). Es así, entonces, que si una parte de nuestro cuerpo anda mal, o sea deja de funcionar como lo debería hacer normalmente, la causa de esa anormalidad está en una falla del órgano (o sistema) en cuestión; algo anda mal.
Y esta falla, este error en el organismo, en un órgano o sistema del mismo, creemos que tiene sólo una causa: una causa orgánica, física. Como si nuestro cuerpo fuera una máquina, si una de las partes funciona mal la causa está en la parte. También puede ser que la causa de esta falla venga desde afuera, algo externo la originó. En nuestro caso, en el caso de nuestro cuerpo, vamos a considerar como posibles causas de la falla, de que algo ande mal físicamente, por lo general, a factores externos: algo viene desde afuera y nos daña (un virus, una bacteria), también vamos a considerar que el cuerpo viene “fallado” y así la causa de la falla es en una alteración genética, también hereditaria. Solemos creer que tenemos un cuerpo, que si deja de funcionar como se espera que lo haga la causa de esa falla está en el cuerpo (y, además, nosotros estamos expuestos a esa causa, no hay una responsabilidad en el proceso – salvo considerar que no nos alimentamos bien, que no tenemos una buena calidad de vida, que estamos bajo estrés)
Así una enfermedad es vista como algo malo que nos ocurre, nuestro cuerpo está fallando, nuestra biología se equivocó, y el único sentido que le podemos encontrar a la enfermedad (en términos médicos) es el de reparar un error físico.
Bueno, hay otra manera de comprender la enfermedad, de saber que la enfermedad puede ser otra cosa, que nuestro cuerpo no falla, que nuestra biología no se equivoca, y que el proceso que estamos viviendo tiene un sentido biológico y sensato preciso, y que eso que llamamos enfermedad en realidad es un programa que despliega nuestro cerebro – biológico, automático – para garantizar nuestra supervivencia. Lo cual equivale a decir que, así comprendida, la enfermedad no es un problema, sino más bien una solución. Esto considera la Medicina Biológica.
Esta Medicina Biológica (Nueva Medicina Germánica), se la debemos al Dr. Ryke Geerd Hamer.
En el año 1978, el Dr. Hamer era un médico alemán que trabajaba en un Hospital de Munich, en la sección de ginecología; donde había 200 pacientes ingresados que tenían cáncer. En agosto de ese año, Hamer vive un suceso inesperado, que lo agarra a contramano, un evento muy traumático: a su hijo le disparan y luego muere (en sus brazos, luego de once días de agonía). A los meses, al Dr. Hamer le diagnostican cáncer de testículos. Cuando recibe el diagnóstico, Hamer venía de una férrea formación médica: “tiene entre una posibilidad entre cinco de poder superar esta situación” (así se lo afirma el médico oncólogo); ese momento, pensó que nada bueno estaba pasando.
El Dr Hamer, sin embargo, comenzó a atar cavos. A su mujer le pasó algo similar, también le diagnostican un tipo de cáncer. Hamer investiga en el Hospital de Munich, en la sección de ginecología. Así comienza a ver una relación causa efecto entre el trauma emocional y un tipo de enfermedad. En función de su propia experiencia, Hamer comienza a estudiar diferentes tipos de cáncer. El había vivido un evento muy traumático, un shock traumático, que lo agarró a contramano, a contrapelo, además vivido en soledad en el sentido de que si bien – por ejemplo – su esposa sabía que él había perdido un hijo, no sabía la vivencia que Hamer tenía de tal situación; y por supuesto era un trauma que no sabía cómo resolver, no había solución alguna para poder salir del conflicto atrapado y que, luego de este evento, “apareció” el cáncer. Esta relación es la que comienza a ver Hamer en todas sus investigaciones.
A otro artículo pertenece la línea histórica de la Medicina Biológica (Germánica), como así también su explicación más detallada, aquí interesa relatar que el Dr Hamer, luego de muchos años de investigación y de muchos casos (“la observación de más de 20000 casos de patologías diferentes – desde la verruga al SIDA, desde la psicosis a la leucemia”, pasando por la esclerosis y la diabetes” como dicen en el libro “La Medicina Patas para Arriba”), luego de su propia experiencia como paciente de cáncer, y luego del estudio minucioso de la evolución de la primera célula destinada a convertirse en un individuo complejo (el estudio de la embriología), puede des-cubrir (o como él dice, poner de manifiesto, ya que siempre estuvieron ahí), puede des-cubrir cinco leyes biológicas que pueden ser aplicadas a cualquier ser viviente, que se reproducen en el 100 por cientos de los casos para cada proceso biológico que entendemos como enfermedad (y esto también probado científicamente)
A través de estas Leyes Biológicas, podemos comprender que la enfermedad no es algo malo, feo, insensato, un peligro, que nuestro cuerpo no está fallando, que nuestra biología no se está equivocando, que eso que entendemos como enfermedad en realidad no es algo que necesitamos eliminar (y en otro artículo vamos a ver en detalle por qué). Así podemos comprender que eso que llamamos enfermedad en realidad es un programa sensato y con sentido biológico que pone en marcha nuestro cerebro. ¿Por qué lo pone en marcha? Porque, como comprendió Hamer, todo en nuestro cerebro está integrado y programado en términos biológicos de supervivencia (que nada de lo que se activa en nuestro cuerpo es para “matarnos”).
Si la enfermedad está en marcha como solución es porque, visto desde nuestro cerebro biológico, esa solución es la mejor posible para garantizar nuestra vida. Claro, ante cada proceso biológico entendido como enfermedad, vivimos incomodidades, dolores, que nos la hacen pasar mal. Nos queremos, con razón, sacar eso de encima. Sucede que mirando la enfermedad desde esta perspectiva, comprendemos que eso que llamamos enfermedad – que es un proceso – tiene diferentes etapas, que a diferentes etapas le corresponden diferentes síntomas y que entender el sentido y la necesidad de determinados síntomas nos llevará a tomar tanto como médicos como pacientes diferentes decisiones terapéuticas, abordar los síntomas desde otro lugar (desde un lugar más coherente a nuestras necesidades biológicas), y también nos permitirá transitar el proceso desde otra vivencia. Por ejemplo, ninguno de nosotros quiere que algo le duela; ahora el dolor tiene un sentido biológico. Básicamente, el sentido biológico es de disponernos a la reparación: si me corto la planta del pie y no me duele, voy a seguir caminando hasta lastimarme más. Comprender esto tal vez no haga que me duela menos (y habrá que tomar decisiones respecto del dolor), lo que si hará es en términos psicológicos, emocionales, bajar el estrés de que algo malo está sucediendo. Suele asociarse el descenso de peso a alguna falla, como un síntoma peligroso (ante la presencia de determinadas patologías), podemos decir – desde la Medicina Biológica – que – salvo algunas excepciones – ese síntoma no es negativo sino positivo (claro que hay que considerar otras variables; solo para ejemplificar)
Así, entonces, el cuerpo no falla (ni nuestro cerebro, ni el resto de los órganos que cumplen una orden que activa nuestro cerebro). Comprender el sentido biológico nos conduce, fundamentalmente, a tres direcciones: entender lo que pasa en nuestro cuerpo (que no hay algo malo), entender que ese sentido biológico también nos puede llevar a abordar conflictos emocionales, mentales, espirituales no resueltos (la enfermedad no sólo tiene un por qué, sino también un para qué), tomar decisiones terapéuticas más convenientes, en función del anterior: bajar notoriamente el nivel de estrés y miedo (que son los dos factores más importantes a trabajar en estos procesos). Es importante comprender algo que demuestra Hamer: la mayoría de las “enfermedades” son diagnosticadas cuando los síntomas se hacen presentes. Ahora bien, resulta que desde el punto de vista de la Medicina Biológica, en casi el 90 % de las “enfermedades”, los síntomas se presentan cuando el proceso biológico está en etapa de resolución. Por eso es importante comprender lo que realmente estamos viviendo, para tomar las mejores decisiones. Y esa toma de decisiones, no sólo la hace médico, más bien el paciente.
Por último, resaltar que esta Medicina Biológica tuvo la posibilidad de ser enseñada en el año 2016 en la Facultad Nacional de Rosario. El curso intensivo sobre las Leyes Biológicas de la Nueva Medicina Germánica, estuvo a cargo de las Dra Leonor Gallardo, Médica y Cirujana General, Maestra en Salud Pública, Profesora de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua y la Dra. María Teresa Ilari, Médica Internista, Directora de la Clínica de Santo Domingo, Nicaragua.
Dr. Andrea Guadalupe Arosio
