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MEDICINA INTEGRATIVA

UN PACTO PARA VIVIR

Hola,

¿cómo estás?

¿qué necesitás?

¿puedo hacer algo por vos?

Tal vez, te suene extraño leer estas preguntas al inicio de un artículo sobre Medicina Integrativa. Un artículo que dirá, entre otras cosas, que la Medicina Integrativa es un acto de amor, que la enfermedad es un mecanismo de supervivencia (biológica, emocional, mental, álmica, espiritual), y que también dirá que una medicina entendida como el encuentro amoroso de dos personas necesita que cada una de ellas registre al otro, la escuche, lo conozca, entienda sus necesidades, y vea la manera de ayudar a resolverlas. También dirá que en una medicina así entendida la relación es horizontal, que el saber lo poseen tanto el médico como paciente (o consultante) y que la idea es hacer un traje a medida. A medida de la realidad emocional de quién transita la enfermedad, de sus deseos, de sus creencias, de sus inquietudes espirituales.

Tal vez preguntar por cómo estás, qué necesitas, y si puedo hacer algo por vos resulte ajeno en el contexto de un relato en el cual se dirá que la enfermedad es un grito desesperado de amor y que lo que necesitamos, en tanto enfermos, es encontrar el espacio (y tiempo) donde poder hacernos eco de esa herida emocional que duele y parte tanto el alma, que quejó tanto el espíritu, que terminó doliendo, partiendo y quejando nuestro cuerpo.

¿Cómo estás, qué necesitás, puedo hacer algo por vos? Preguntas que son el eje de una práctica médica que pone la oreja, las manos, la mirada, todos los sentidos en el consultante, en la persona que consulta por esa llaga en carne viva que su cuerpo es, una medicina que se ocupa del enfermo y no de la enfermedad.

Mi nombre es Andrea, por cierto, y soy médica oncóloga clínica, recibida en la Universidad Nacional de Rosario. Realicé la especialidad de clínica médica y oncología clínica en los Hospitales más importantes de Rosario. Formo parte del servicio de oncología de PAMI 1 (de Rosario). Y desde hace unos seis años practico la Medicina Integrativa (en el Espacio del cual soy co-Directora, Alma Viva, Funes; y a través de las diferentes conferencias que imparto a nivel local e internacional)

La Medicina Integrativa es asociar la medicina convencional con las medicinas complementarias y ancestrales de Oriente y Occidente.

A través de mi práctica diaria fui eligiendo la Medicina Integrativa porque ésta me daba más respuestas a la realidad que encontraba en el consultorio. A su vez, les brindaba a los pacientes más herramientas para transitar sus enfermedades como así también para encontrarle sentidos diferentes (y constructivos) a lo que vivían diariamente. Más herramientas, más respuestas y otros sentidos a lo vivido porque la Medicina Integrativa contempla un abordaje cuerpo, mente, alma, espíritu del ser humano que vive una enfermedad.

Estas tres preguntas del inicio, ¿cómo estás? ¿qué necesitas? ¿qué puedo hacer por vos? de alguna u otra manera siempre abrieron y abren mis consultas. Y eso permitió que los pacientes, consultantes, se abrieran y se abran en las consultas.

A mis consultas, por ejemplo, no entra alguien con cáncer de mama. Entra una mujer desamparada, abusada (emocional o físicamente), con una infancia sin sostén ni protección, con miedo al contacto, autosuficiente o sometida, vulnerable, reprimida, que se había divorciado o perdido un hijo, con miedo, con lágrimas, con historias familiares donde los patrones se repetían una y otra vez; con el cuerpo congelado, con culpa, con bronca contenida, con ira rechazada, con tristeza, con mucha vida por delante y con miedo a la muerte decretada por el diagnóstico enfrente. Y, luego de eso, en ese contexto, aparecía el cáncer (o cualquier enfermedad).

Porque este es el abordaje que ofrece la Medicina Integrativa: ocuparnos del escenario que hizo necesario que nuestro cerebro echara mano de la enfermedad para que veamos algo que no podíamos ver, para decir algo que callamos, para escapar de algo o alguien peligroso, para habilitarnos a nombrar nuestra verdad, para permitirnos ser ayudados, para que experimentemos la generosidad, para desarrollar nuestra capacidad de amar.

La Medicina Integrativa nos deja ver que la enfermedad es una aliada, que nuestro cuerpo tiene un pacto consigo mismo, con nuestra biología, con nuestras emociones, con nuestros pensamientos, con nuestro espíritu: un pacto para vivir. Porque si algo se presenta en el cuerpo con la entidad de lo que llamamos enfermedad es porque antes fue emoción no resuelta, trauma no asumido, pensamiento no digerido, conflicto repetido, dolor no consciente, herida abierta. Y se muestra en el cuerpo para que podamos verlo. Y se despliega como enfermedad porque eso nuestro cerebro la activa para que podamos sobrevivir.

Si yo me siento desamparada, sometida, no registrada, dolida y necesito amor (y ya ni siquiera lo reconozco y menos me habilito a pedirlo), a través de la enfermedad se presenta la oportunidad para que yo le pueda poner voz y nombre a esa realidad, ser vista, reconocida, ser sostenida, ser protegida, ser amada. A la vez que aprender a amar, de verdad.

No hay una célula en nuestro cuerpo que no haya pactado para vivir. Una célula cancerígena es una célula  que se transformó para sobrevivir en un contexto hostil. Y que ya se ha olvidado de ser quién es, no lo recuerda. La enfermedad, tal vez, se presenta para eso, para recordar quienes somos, qué deseamos, qué necesitamos, para poder amar, para poder vivir.

 Dra Andrea Arosio

TRATAMIENTOS & CONSULTAS

“Cada tratamiento

es un traje

a medida.

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